
Encontré una bandada de cabecitas negras australes, una familia de chimangos y un montón de patos maiceros y barcinos que, aprovechando el mallín transformado en mini laguna, se refugian en este campito. También me encontré con una familia de zorzales patagónicos refugiados en el bosquecito de ñires. Esperaba ver algún carpintero (gigante o pitío) que suelen venir acá en invierno pero no los encontré.
Los cabecitas parecía temblar de frío, apenas se movian. Volaron a un pino al verme, pero enseguida volvieron a bajar. Algunos espiaban desde los cables.
Un zorzal caminaba por entre los charco. Yo andaba de zapatos... me pareció que se reía de mí cuando se volteaba a mirarme.
No ví mucho más. Volví con los dedos congelados y pocas fotos, ninguna buena.
Anduve apenas una hora. Lo mejor fue el sol de la tarde, cálido y luminoso, peleando con el aire helado antes de morir entre los cerros.
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