Garza Bruja Juvenil

Ella llegó oportunamente. Eran las 20.30 Hs. La tarde larga de verano caía con tranquilidad y sin brisa. Como nunca en Bariloche, el termómetro decaía lentamente. Yo acababa de ensillar el mate así que me tomé unos cuantos amargos antes de ir en su búsqueda.
Eligió unas altas ramas de coihues que caían sobre el lago. Arremangué mis pantalones y descalzo crucé el arroyo. Ya me miraba con cuiosidad. Las ramas abundaban por todos lados. Fue difícil buscar ángulos más luminosos porque la espesura del bosque no permitía entrar las últimas luces de la tarde. Caminé por el agua fría, bordeé los matorrales de colihues, esquivé algunas mosquetas, siempre bajo su mirada atenta.
Se dejó fotografiar sin mucho titubear, tal vez su condición de joven y confiado. Algunos curiosos se acercaron a mirarla. Me alegró ver que la admiraban y luego se retiraban sin molestarla. Pensé unos segundos en mis ganas de tener una reflex por la dificultad de enfocar entre las ramas que tienen las compactas como mi Sony H7, sin embargo debo admitir que en este caso la cámara se portó muy bien. Sin dudas, el tamaño del ave ayudó mucho.
La dejé allí luego de compartir un buen rato bajo su mirada. Seguramente la Garza Bruja también se alegró que la dejara tranquila para echarse a dormir confiada.


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