El canto del Diucón


Me tomo cinco minutos y les relato unos instantes de mi vida y el diucón.

El albañil está trabajando en casa terminando "la ampliación" que hace años tenemos sin terminar. Tan solo este hombre se merece un artículo por su historia de vida que pronto escribiré. Él aceptó como pago mi ex-viejo Peugeot 504 y terminó ya casi todo lo que había que hacer. Para entregarle el auto yo lo llevé al mecánico del barrio como para entregarlo en condiciones y allí me encontré, a eso de las 17 Hs. ¡una familia de diucones!

Cuatro ejemplares de tamaño normal, volando en conjunto, saltando de rama en rama, comunicándose con el sonoro ¡Tuit! como gota de agua y alimentándose de frutos con carozo. ¡Qué sorpresa me llevé al ver a uno sacudir su barba con el pico hacia arriba y ¡regurgitar el carozo!! Parecía un singular gorgeo silencioso, un movimiento ascendente que terminó en una breve "escupida". Luego se juntó a sus congéneres y allí ¡la mayor de las sorpresas! El diucón que terminaba de regurgitar su carozo comenzó a ¡¡¡cantar!!! Un canto sonoro de tres o cuatro notas con un brillo notorio. Repitió el canto mientras me miraba confiado y hasta me pareció alegre. Tarde de sol barilochense, como para no estar contento.

Busqué en Xeno-canto para ver si estaba loco o había hecho un descubrimiento para la humanidad y la ciencia... pero no, ya estaba registrado el canto del Diucón. No se escucha tan bello en la computadora como en el patio del mecánico de mi barrio.

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