
La vimos activa, alimentándose, con cuatro plumas timoneras creciendo y todavía con algunos cálamos "pelados". Se desplazaba por las ramas a unos dos metros de altura. Al vernos, siguió su exploración del Ñire pero hacia arriba, subiendo hasta tres metros de altura sin emitir sonido alguno.
Fue una alegría verla tan saludable y readaptándose a su medio. Todos los días tratamos de escucharla porque sus condiciones para el vuelo no le permitirán irse muy l

Creemos que pronto, cuando una bandada de su especie baje por el frío, ella se sumará al grupo y seguirá su vida.
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