Tres años avistando aves

     Mi familia y yo cumplimos tres años de avistaje de aves. Quise rescatar este relato, el de mi primer viaje como observador de aves, donde el paisaje se transformó delante mío y cobró vida… mejor dicho cobró alas. 
     El relato y los comentarios fueron extractados del foro Americaves, punto de encuentro de amantes de las aves americanas en libertad y de la conservación de la naturaleza. 

De: "Jose Gimenez"
Fecha: Lun, 25 de Sep, 2006 10:19 pm 
Asunto: Visita al Alto Valle del Río Negro. 
     Este fin de semana fui de Bariloche a Cipolleti y de allí a Cervantes. Viajé en omnibus. Me tocó sentarme, tal como quería, en una de esas ventanillas enormes. Salimos el sábado a las 10:00 con un día despejado y una brisa. Es la primera vez que viajo desde que empecé a observar aves. Así que el paisaje se transformó totalmente para mí. Donde antes había pinos, matorrales y pastos, donde antes había paisajes hermosos y nada más... ¡aparecieron las aves! Teros, loicas, chimangos, golondrinas patagónicas me despidieron en el primer tramo al salir de Bariloche. Cuando pasamos la naciente del Limay y lo costeamos varios kilómetros, aparecieron bandadas de palomitas alas negra, biguas en las enramadas de los árboles reverdeciendo, ¡jotes tomando sol entre las ramas! Por ahí, los 90 km/h no dejan ver detalles en las aves, pero el viaje se torna increible cuando vemos la vida que hay donde antes no veíamos nada.
     Un carancho miraba apacible desde un poste de alambrado, mientras un martín pescador "realmente" grande se lanzaba sobre el Limay... pero sin sacar un pez... ¡Qué tristeza para mí porque su próximo intento no lo pude ver! 
     En un recodo del Limay apareció un cauquén blanco, otra especie nueva para mi lista, porque cerca de casa solo hemos visto los cauquenes reales. ¿Un chimango amarillento? Tenía mucha pinta de chimango... pero amarillo, casi dorado o será un pájaro celestial. Hmm. El sueño comienza a hacer efecto. Me tomo un café y sigo anotando. Los 90 Km/h no perdonan y necesito estar bien atento.
     Ya empieza la estepa. El Limay se aleja de la ruta y se acerca serpenteando... o serpentea la ruta... ¿Esa es una rara? ¡Un sobrepuesto macho! ¿Un gaucho? ¡Un tordo... no distingo su pico!. Ya estoy cansado. Observar con atención cansa pero la experiencia es inigualable. El paisaje cobró vida, mejor dicho cobró alas.
(...)
     Ya en Cipolleti, tengo la tarde libre desde las 17 hasta las 19 Hs. Je...je... que linda hora para darse una vueltita por la orilla de Río Negro. Pero no tengo tiempo de ir a buscar los binoculares... Bueno. No todo el mundo es perfecto, no los podía llevar conmigo. Vamos con un par de amigos que me empiezan a mirar raro, cuando les empiezo a señalar los pájaros y los nombro. Estamos en la Isla Jordán. ¡Las calandrias, las torcacitas y los tordos caminan entre la gente de picnic! ¡Ah! en el río doce cisnes cuello negro. Más allá, en la otra orilla, una veintena de patos negros nadan en la costa... ¡Mis binoculares! No distingo si son patos ¿qué serán? Pensar que no tengo patos negros en mi lista....  ¿¡¡¡Qué serán!!!? Mis amigos se van enganchando y empiezan a buscar a ver que se ve por el cielo. Unas golondrinas aparecen con vuelos quebrados. - ¡Son golondrianas patagónicas... como en casa! ¡Eh! Esas no tienen la rabadilla blanca, son golondrianas barranqueras.
- ¿Y como las distinguis desde acá? - me preguntan. Pongo aire de experto y les digo:
- Mira con atención cuando quiebre el vuelo y vas a ver abajo del lomo (¿cómo le explico cual es la rabadilla?) y vas a ver que tienen blanco o la espalda uniforme.
- ¡Ah, siiiiiiiiii...........! - Bien, satisfacción plena. Perdón a los que saben mucho más que yo... Pero bueno, en realidad, todavia me siento un novato. 
     Cruzamos a la otra orilla en una balsa maroma. El paisaje cambia por completo, meseta, tierra colorada, vegetación de estepa. Unos ¿piojitos? No se dejan ver. Las golondrinas barranqueras hacen honor al nombre. Unos passeriformes cortan el cielo... dificil distinguirlos. Ya va siendo hora de volver. ¡Eso es un benteveo! No los veía ni escuchaba desde que era adolescente, en Córdoba, mi ciudad natal.
(...)
     Domingo por la tarde. Última oportunidad de ver algo. Vamos en auto desde Cipolleti a Cervantes, ida y vuelta. A ambos lados de la ruta, perales en flor y manzanos. Cada tanto, en la cima de un poste un halconcito colorado. Calandrias, zorzales y golondrinas acompañan el viaje. ¡Un hornero! En el acto dos ideas me vienen. Pensar que en Córdoba siempre los veía y nunca les preste atención más que por el nido! N&I dicen "la cola del hornero siempre será rufa" y yo no me acordaba como tenían la cola los horneros hasta ahora. ¡Ahí está su canto típico, más un grito de alegría, ¿no?!.
     Dos bandadas de cuervillos (parecen bandurrias oscuras, me dicen mis amigos) vuelan en V.
Se acabó. Oscurece y hay cosas que hacer.
(...)
     Creo, sin duda que fue uno de los paseos más lindos de mi vida.

No hay comentarios: