¡Qué alegría sentí!. Hasta ese momento jamás me hubiese imaginado que existiera la ornitología, el avistaje de aves, asociaciones, etc., etc. Un libro dedicado a las aves y a su identificación. La sorpresa fue tan grande como mi descubrimiento y mi pena... a ver que mi alumno usaba la guía como anotador libre y como libro de figuritas para recortar.
Recuerdo haberle rogado varias veces que me lo regalara, me lo vendiera o me lo canjeara por otros libros. No pude convencerlo ni a él ni a su mamá. Resultó ser un recuerdo familiar que a partir de aquel día aprendieron a valorar más.
Este nuevo ejemplar era propiedad de una alumna, una mujer mayor que la usaba como consulta para descubrir las aves de su jardín. Silvia, escuchó con atención el relato de mi primer encuentro con la Guía de Olrog y se emocionó. También valoró en su real dimensión aquel libro que ocupaba un lugar de privilegio en su biblioteca.
Al terminar el primer taller de aves que dictamos, en el que Silvia asistía como alumna, me entregó como obsequio la Guía de Olrog. Me emocioné y le dije que no podía aceptarla. Sin embargo me explicó que pronto el libro sería uno más entre tantos y que no sería valorado, por eso quería que yo lo conservara. Desde entonces lo tengo siempre a mano, todos los días lo miro, lo consulto a pesar de que hay otros materiales bibliográficos nuevos.
Pero no dejo de valorar esta guía en su justa dimensión: el trabajo de un pionero.
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