Nuestra historia con el caburé

El caburé grande o chuncho (Glaucidium Nanum) es un estrigido de hábitos diurnos. Durante mucho tiempo nos decían que lo habían visto por la zona de nuestro barrio. Sin embargo nosotros no lo habíamos avistado.

Cierta vez, en un viaje sobre la Ruta 23 vi su silueta inconfundible sobre un pino. Con esa imagen en la memoria salimos al encuentro en el barrio. Lo buscábamos por las tarde en los cables, en los postes, en lo alto de los pinos pero durante dos años no lo pudimos encontrar.
Una tarde mientras salíamos hacia el centro Lucía, mi hija, avistó un pajarito rechoncho en un cable. ¡Era el caburé!. Quieto, confiado, curioso se quedó allí mientras lo observábamos desde el auto. Hasta nos dejó parar, bajarnos y mirarlo de más cerca: “chiquito, marrón, ojos vivos y redondos, cola apenas percibida, infladito, (…)  en el cable a contraluz de un maitén. Se fue en vuelo caído, a un metro del suelo, sin ruido”. 

Dos días después volvimos a encontrar otro, creo que es más sencillo si reconocemos la silueta. Fue en el camino al Lago Gutierrez, al frente de la escalada. También en un cable de electricidad. 
Recién unos meses después – en las salidas de los últimos dos cursos – lo volvimos a ver. En la última salida a la Laguna Los Juncos hasta pude fotografiarlo. Siempre confiado y curioso, giraba su cabeza para mirarnos mejor. 
Si tuviésemos que clasificar para nuestro barrio al caburé por su dificultad de observación en un rango del I a V (I muy difícil y V muy fácil) seguramente le pondríamos un II.

No hay comentarios: