03/09/2010
El viernes por la tarde, a eso de las 13 Hs. me encontré con un peuquito en la Escuela 298. Vi una paloma cruzando la calle con un ala con plumas desordenadas. No me sorprendió mucho pues parecía golpeada pero igual me acerqué pues me llamaba la atención una especie de chimango con cola larga -así se veía en el día seminublado- que miraba curioso desde el cable a la pobre paloma. Pensé que estaba esperando el deceso de la palomita pero no, su intención era cazarla pues era un peuquito en pleno espacio urbano.Yo no tenía ni binoculares, ni libreta, ni lápicera, ni un papelito... Así que le tomé unas fotos con el celular y me dejó mirarlo de cerca por unos cinco minutos. Creo que la paloma lo tentaba mucho, tal vez tenía mucha hambre a esa hora.
Se veía claramente sus patas rufas, su pecho blancuzco con barrado negro, su cola barrada y las puntas de las timoneras desgastadas, el iris y el pico con ese color amarillento y el lomo oscuro.
Desconfiado, mientras más me acercaba más me miraba. Voló de los cables a los rameríos de un árbol otoñal y la paloma se refugió en una cornisa de ventana. Finalmente voló a un pino alto detrás de la capilla del barrio y yo ya no tenía tiempo para seguir sus hazañas y el devenir de la paloma.
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